Más tarde nos subimos al barco pirata con...
Luego nos fuimos directos a Ithirïe...
Y ahora... Llega la última aventura de nuestra Laila... Llega
Laila Winter
y el
corazón de las sombras
y el
corazón de las sombras
Intriga, aventura, amor y grandes dosis de fantasía volverán a ser los ingredientes que inunden las páginas del libro que cierra la serie en el que se desvelarán todos los misterios que han rodeado a su protagonista y a sus tres infatigables amigas.
Muy lejos en lo alto, el sol apenas iluminaba el cortado de rocas grises que caían como una cortina de plomo llena de dientes, y la noche se desparramaba sobre la inmunda ciudad de Throagaär, rebosante de vida. Un destello púrpura, un ojo engañoso que distorsionaba el paisaje opresivo era la única luz, tan siniestra como el aleteo de un cuervo carroñero. Las sombras se deslizaban por la tierra como dedos untuosos, buscando con ansia el aroma de la sangre.
Aurige miró a Laila con ojos aterrados pero la chica no hizo gesto alguno ni sonrió al verla. La daga en su mano se teñía de rojo.
¿Preparados para otro final épico? En 2011...
Espera, espera... ¿Aurige miró a Laila CON OJOS ATERRADOS? Esto no puede ser, no puede ser... ¡¡Laila se nos va a volver una psicópata!!! T^T
ResponderEliminarola soy fan de esta saga y si quieres otro trocito de lo que falta arriba aquí lo tienes:
ResponderEliminarMuy lejos en lo alto, el sol apenas iluminaba el cortado de rocas grises que caían como una cortina de plomo llena de dientes, y la noche se desparramaba sobre la inmunda ciudad de Throagaär, rebosante de vida. Un destello púrpura, un ojo engañoso que distorsionaba el paisaje opresivo era la única luz, tan siniestra como el aleteo de un cuervo carroñero. Las sombras se deslizaban por la tierra como dedos untuosos, buscando con ansia el aroma de la sangre.
Aurige miró a Laila con ojos aterrados pero la chica no hizo gesto alguno ni sonrió al verla. La daga en su mano se teñía de rojo.
– Las has matado –la voz de la lunarïe fue un eco entrecortado de horror al descubrir los cuerpos sin vida de Cyinder y Nimphia a los pies de su amiga.
Laila ensayó una mueca que pretendía ser una sonrisa sarcástica. Sus ojos verdes relucían en medio de la penumbra como dos esmeraldas espectrales. Las sombras se movían a su alrededor, sonrientes, llenas de colmillos afilados.
– No puedo creerlo –gimió Aurige en un susurro sin poder apartar la vista de las figuras inertes, las lágrimas surcaban sus mejillas–. Tú no, Laila…
– Sí –confirmó ella con el cuchillo destellando por entre los hilos de sangre–. Y ahora, ya sólo quedas tú…